La Ilustración


La ilustración: Siglo XVIII
Después de la muerte del Rey Fernando VI, en 1759 se hizo cargo de la Corona de España su hermanastro Carlos III, hijo de la Reina Isabel de Farnesio y Felipe V de Borbón.
Anteriormente  había sido Rey de Nápoles y Sicilia, por lo que estaba imbuido de las nuevas ideas de la monarquía ilustrada, del llamado Siglo de Las Luces. El objetivo principal de estas nuevas ideas, era realizar en la sociedad una revolución con orden y de arriba abajo, manteniendo el orden establecido, esta revolución se tenía que realizar mediante la educación, con proyectos económicos y mejoras de las condiciones higiénicas de la población.

Por ejemplo: Se ideó un ambicioso plan industrial en el que destacaron, las porcelanas del Buen Retiro, los Cristales de la Granja, la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Entre los planteamientos teóricos para el desarrollo de la industria destacó el Discurso sobre el fomento de la industria popular de Campomanes, para mejorar con ella la economía de las zonas rurales y hacer posible su autoabastecimiento. Las Sociedades Económicas de Amigos del País se encargaron de la industria y su teoría en esta época. Se hicieron hospitales públicos, servicios de alumbrado y recogida de basura, uso de adoquines, una buena red de alcantarillado en las ciudades importantes, etc.
Los ilustrados eran una minoría culta formada por nobles, funcionarios, burgueses y clérigos. Sus reformas pronto chocaron con los intereses de la Iglesia y de la mayor parte de la aristocracia, pese al afán de los ilustrados para cambiar las ideas, la mayoría del pueblo siguió su apego a las tradiciones antiguas.
Guardamar en el siglo XVIII estaba construido en lo alto de una colina, expuesto a los Fuertes vientos de las tempestades de Levante, protegida solamente por las viejas murallas, las frágiles casas padecían estas inclemencias, y muchas de ellas, después de una tormenta como la ocurrida en 1783 quedaban inservibles, como les ocurrió a la Casa Consistorial, al Horno de intramuros y al Mesón de la Villa.
Desde la fundación de la Villa, los fallecidos se enterraban en suelo de la iglesia, con la llegada de las nuevas ideas de la Ilustración, las autoridades de  la Gobernación instaron al Consejo de Propios y Arbitrios de la Villa para que construyera un Cementerio fuera del recinto de la iglesia, con motivo de evitar el contagio de enfermedades y malos olores.
El Consejo de Propios acordó la construcción del nuevo cementerio en la salida de la Villa. En la parte de poniente o lebeche del camino del mar, ampliando en 17 palmos el antiguo osario, por ser lugar muy ventilado y muy saludable. 
José Viudes Amorós. Vocal de l’Institut d’Estudis Guardamarencs



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