Cronica del Puente de Piedra 1772 - 1929
CRÒNICA DEL PUENTE DE PIEDRA DE GUARDAMAR 1772 - 1929
José Viudes Amorós
INTRODUCCIÓN
La idea de realizar esta
investigación surgió al contemplar una foto de principio de siglo pasado
realizada por el ingeniero Francisco Mira Botella, donde se ve el puente de
piedra con los dos ojos de la parte de poniente destruidos, y una estructura de
madera donde unos niños se asoman para ver pasar el agua, esta estructura enlazaba
la parte del ojo del puente que aún quedaba en pie con la otra orilla.
Después de preguntar a
varias personas preocupadas por nuestra historia si conocían cuando y en que
riada se derrumbó el puente, no supieron contestarme a ciencia cierta la fecha
de su derrumbe, unos me decían que en la riada de Santa Teresa, otros que si la
de San Gregorio…. sin poder dar un dato documental de este hecho.
Como nadie a los que
pregunté supo contestar la fecha exacta, a finales de 2011 decidí iniciar la
investigación en el Archivo Histórico de Guardamar para solucionar el problema,
este trabajo me llevó muchas horas de lectura de legajos y actas del
Ayuntamiento, cuando estaba a punto de desistir, debido a que no encontraba el
principio del hilo conductor y estaba dando palos de ciego !por fin¡ y gracias
a la colaboración inestimable de Otilia Maciá Amorós, la encargada del Archivo
Histórico Municipal, me mostró una carta que estaba fechada en el año 1850, que
había encontrado en una caja, firmada por el entonces Alcalde de Guardamar y
dirigida al Gobernador de la provincia, en dicha carta se quejaba del estado
del puente, por lo que solicitaba su pronta reparación, ésta fue la pista y el
hilo conductor que finalmente me llevó hasta un libro copiador de oficios, en
el cual en sus últimas páginas encontré la fecha exacta de la avenida del río
que derrumbó el puente de piedra.
Posteriormente completé
las fuentes con la lectura del Expediente del Puente nuevo de sillería, las
actas de las Juntas de Propios y Arbitrios de la Villa de Guardamar, con los
diferentes documentos adosados a los Libros Capitulares referentes a las obras
del puente y la prensa histórica de la época, leyendo todas las referencias que
había sobre Guardamar desde el año 1732 hasta la inauguración del puente de
hierro en agosto de 1929, recogiendo en este trabajo las referentes sobre el
puente, el río con sus avenidas, fenómenos meteorológicos y curiosidades que me
parecieron dignas de mención, espero que la selección sea acertada para saciar
la curiosidad del lector.
Antecedentes.
La economía de Guardamar en la Edad Moderna estaba
basada en la agricultura, por lo tanto los accesos a las tierras de labor era
de vital importancia para su desarrollo, si tenemos en cuenta que el río divide
su término municipal en dos mitades, no cabe ninguna duda que el puente era uno
de los elementos más relevantes de la Villa a lo largo de su dilatada historia.
También era el paso obligado en el siglo XVIII para el transporte de la sal hacia
las poblaciones del interior y al embarcadero de Santa Pola[1],
hecho corroborado por García Más (2008).
Tenemos constancia por grabados de esta época y por
las Actas Capitulares de la Villa de Guardamar, que anterior al Puente de
Piedra, existía otro con cuatro pilastras de sillería, mampostería, y cubierta construida
con tablazón.
Debido a la fragilidad de construcción y de la calidad
del suelo donde estaba asentado, las reparaciones a lo largo de los años eran
una constante después de cada avenida del río. Resaltaré que en el año 1732 se
reparó el descarnado de un pilar de la parte de poniente de dicho puente que
amenazaba derruirse, mediante una estacada que evitaba el contacto con el agua;
en 1735 una riada se llevó toda la “cavallada” de poniente y en 1739 el bastión
de esta misma parte del puente estaba casi derruido, una avenida se había
llevado varias hiladas de piedras y se veían incluso los cimientos.
Finalmente el vetusto y frágil puente no aguantó la
fuerte avenida del Río Segura que tuvo lugar el 10 de mayo de 1758. Tres días
después el alcalde de Guardamar Joseph Barber informó ante la Junta de Propios
de los daños provocados por dicha riada:
La copiosa
avenida del Río se ha llevado dos cavalladas del puente con todo el maderamen,
de modo que se ha quedado derrotado impedido el transito para la huerta y demás
lugares de este contorno….
La situación en la que quedaron los vecinos era muy
penosa, pues no podían introducir alimentos ni salir a reparar los daños
producidos por la riada en sus huertas. Pronto le dieron solución a este
problema alquilando una “lancha segura” propiedad de Bartolomé González Reyes
atendida por dos personas (Vicente Pascual y Joseph Viudes) día y noche con un
sueldo de una peseta,[2]
hasta que se recuperara la madera que había aparecido en la Gola y se pudieran
reparar los pilares.
Se
nombraron varios peritos para valorar los daños y solucionar el problema lo más
rápidamente posible, presentándose tres proyectos con sus respectivos
presupuestos. Después de estudiar y comprobar que eran muy costosos y su
construcción se dilataría mucho en el tiempo; decidieron, construir una barca
para cruzar el río y evitar el alquiler de la embarcación. El paso para los
vecinos sería gratuito, cobrándose una pequeña cuota para los transeúntes
forasteros.
La embarcación para
cruzar el río, la construyó el carpintero local Manuel Parres por una cantidad
de 167 libras 7 sueldos y 7 dineros;[3] la
denominaron “La barca Chata” por su
forma, su desplazamiento de una orilla a otra la realizaba por medio de una
maroma accionada por un torno, para mejorar su accesibilidad se construyeron
dos embarcaderos para atracar, mediante
una estacada. Estuvo en servicio unos dos años.
Aprovechando que en
mayo de 1759 se encontraba reparando las murallas de la Villa el Maestro
cantero de Valencia Salvador Gascó,[4]el
Alcalde Juan Aldeguer y el Gobernador, revisaron junto a él los daños del
puente y su posible reparación. Después de inspeccionar los cimientos y de recabar
la opinión de otros tres maestros alarifes,[5]
llegó a la conclusión, que era menos costoso, más seguro y más rápido,
construirlo sobre el azud del molino harinero, pues no era necesario construir
la cimentación.
El nuevo puente se
construyó sobre el azud, pero el 17 de junio de 1763 nuevamente una riada
rompió el bastión de la parte de poniente del puente. El Síndico demandaba una
rápida reparación pues había peligro de que una nueva avenida se llevara por
completo el bastión de tierra. La
reparación se llevó a cabo, pero como la altura del puente era muy baja, sus
ojos no podían absorber el agua de las crecidas del río, por lo que éstas
sobrepasaban su altura y arrastraban las barandas y algún que otro madero de la
cubierta. Por tal motivo en 1766 se volvió a pedir una pronta solución ante las
instancias superiores, tanto para el puente de la Villa como para el de su
barrio de Rojales, que se encontraba en su misma situación de deterioro.
Para solucionar los continuos problemas que ocasionaba el puente, se acodó
por parte de los miembros de la Junta, solicitar ante
D. Sebastián Gómez de la Torre, Intendente General del Reino, la construcción
de uno nuevo con materiales más fuertes y duraderos, que pudieran aguantar
mejor las acometidas del río Segura.
Expediente de
construcción del Puente de Piedra.
Se inició la
tramitación del expediente de construcción del nuevo puente el 11 de octubre de
1771, y se dio el visto bueno para iniciar
el proceso de la obra el 17 de marzo de 1772. El día 5 de abril después de una
pública subasta, se le adjudicó la obra a Sebastián Garafulla maestro cantero y
vecino de Almoradí, por la cantidad de 644 Libras y 1 Sueldo. Garafulla debía
construir un puente de tres ojos, los materiales debían ser de piedra de sillería,
cal, yeso, mampostería y vigas de olivera para las traviesas. Los fiadores
fueron los propietarios Josef Ruíz y
Vicente Miravete (vecinos de Almoradí). Para costear las obras, se abrió una cuestación voluntaria entre los
vecinos de Guardamar
El 3 de enero de 1774 se reunieron en la Sala Capitular los
Sres. Justicia y Junta de Propios y Arbitrios con los dos Diputados[6]
y Síndico Personero del Común, presidios por el Alcalde D. Vicente Claramunt
para deliberar sobre el estado de las obras del puente, pues ya se había pagado
la tercera parte del contrato de arrendamiento, y el puente estaba
prácticamente terminado, sólo le faltaba los aguilones y sus barandas y el muro
para sostener las capillas donde irían colocadas las imágenes de la Virgen del
Rosario y de San Jaime.[7]
El
10 de febrero de 1774 compareció ante la Junta de Propios Sebastián Garafulla,
para informarles que por el sobrecosto que había realizado para reforzar los
cimientos y relleno del estribo abandonaba la obra, alegando que ya no tenía
dinero para finalizarla, por lo que a partir de ahora sus fiadores Josef Ruiz y
Vicente Miravete se harían cargo de la terminación del puente.
El
22 de marzo el Sobrestante[8]
Ginés Hernández, mandó un memorial del estado de las obras del puente al Intendente
General de Valencia:
Sobre
que el Arrendador se apartaba de los capítulos, omitiendo las paredes que según
la Planta debía hacer y subrogando en su lugar la construcción de dos
contra-testeros a un lado y otro de dicho puente.
El
29 de marzo el Contador Principal del Reino, mandó un escrito al Intendente General
de Valencia en el que le informaba:
de que
el Ayuntamiento de Guardamar había iniciado las obras del puente sin tener los
permisos pertinentes.
El 5 de abril de 1774. El alcalde
Vicente Claramunt, informó a los miembros del Ayuntamiento, que el día 3 de
abril había recibido una carta del Intendente General de Valencia Sebastián Gómez de la Torre en la cual se le ordenaba que parasen
las obras del puente, que habían iniciado sin
la correspondiente facultad, según el informe dado por el Contador
Principal, siendo él y las corporaciones anteriores desde el comienzo de las
obras, los responsables de los gastos efectuados en la obra, en tanto el Supremo
Consejo de Castilla después de informar a su Alteza Real Carlos III, resolviera
otra cosa.
Se notificó a Sebastián Garafulla como
arrendador del puente y a sus fiadores, que suspendieran por el momento la obra
hasta que se resolviera el conflicto.
Josef Ruiz como fiador de Garafulla presentó el siguiente recurso
ante el Consejo de Castilla:
Que hallándose la Villa de Guardamar
con urgentísima necesidad de fabricar un Puente por carecer de él, no sólo sus
vecinos sino también los Pueblos de en contorno y tránsito para los Puertos, lo
consultó al Intendente de Valencia quien parece dio orden para que se sacase a
pública subasta, y rematando la Obra en el mejor Postor se siguiere hasta su
perfecta conclusión. En cuyo obedecimiento las Justicias de Guardamar
practicaron los correspondientes autos de almoneda,[9]
admitiendo las posturas y mejoras que se harían, y últimamente quedó celebrado
solemne remate con todas las formalidades de Derecho en Sebastián Garafulla,
maestro cantero, vecino de dicha Villa de Almoradí bajo de varios pactos y
condiciones. Y siendo preciso que para el cumplimiento de su contrato diese
fianzas, buscó y logró las diese por el Vicente Miravete y dicha mi parte. Y en
su seguida se aprontaron caudales con los que conducidos materiales se
principió la expresada obra, y fue necesario que dicho maestro a más del costo
en que quedó rematado hiciese otros muchos más crecidos a causa de que
descubrió un terreno feble incapaz de sostener los machos y obra, y que de
ejecutarse con arreglo al Plano de la Postura quedaba en falso y expuesta a
perecer con la primera o algunas avenidas del Río Segura sobre el que se
fabricó, y entonces los gastos eran inútiles. Y así fue necesario e
indispensable buscar terreno firme y hacer más de cincuenta o sesenta palmos de
Aguilones de mampostería y cantería para sostener lo principal, y otros
aumentos sobre dicho plan del remate, de suerte que continuada que fue dicha
obra, se haya hoy en el estado de faltarle sólo los remates de barandillas y capillas
que a poco tiempo y costa quedará perfectamente concluido, no estándola ya por
el motivo de que el Intendente dio orden para que se cesase en dicha obra.
El 3 de enero
de 1777 Jaime Zaragoza recién tomada la posesión de su cargo de Alcalde,
convocó a la Junta de Propios, y seguidamente el escribano Thomás Aracil les
informó de la orden del Real Consejo que había comunicado a Guardamar el Intendente
General del Reino de Valencia, por el que se autorizaba a continuar las obras
del puente y de las diligencias practicadas contra Sebastián Garafulla y Josef
Ruíz.
Puestos en
antecedentes, el síndico Sr. Ginés Hernández, propuso nombrar un maestro de obras
imparcial como era Gregorio Sánchez, para que comprobara la obra.
Después de revisada la obra Gregorio
Sánchez[10]
informó a la Junta de la siguiente manera:
Que la tal obra está construida según
Planta y Capítulos a excepción del Aguilón que mira al Mediodía y está a la
mano derecha como salimos a la huerta pues este debe estar como los demás y no
lo está respecto de faltarle que profundizar el cimiento según lo Capitulado y
poner las hiladas correspondientes de piedra sillería, con arreglo a los mismos
Capítulos. Como también hacerlo a línea recta y a plomo por ser esta la parte
más inferior y en donde el agua tiene más golpeo y se come los cimientos con
suavidad.
Como
no se cumplía la promesa de concluir la obra
por parte de los fiadores, y además trataban de demorar su inicio simulando que
se estaba ejecutando con el acarreo de algunas piedras al borde del puente. El
Ayuntamiento no tuvo otra alternativa que proceder a ejecutar por vía de
apremio el embargo de los bienes del arrendador y de los fiadores para poder finalizar
la obra.
El 16 de mayo de 1777
se reiniciaron las obras, trabajando en ellas Ginés Soto[11]con
tres oficiales, un Alarife y varios peones.
El 22 de septiembre
Josef Ruiz el fiador de Garafulla informó a la Junta Municipal que las obras
del puente estaban concluidas de acuerdo con el contrato establecido. Inmediatamente
la Junta mandó una carta al Intendente General informando de que las obras del
puente habían concluido felizmente.
El 24 de octubre
llegaron a la Villa de Guardamar dos
expertos nombrados por el Intendente
General para la revisión del
puente, estas personas eran dos
eminentes arquitectos de la época; D. Vicente Gascó[12]
Maestro Mayor de Arquitectura del Rey de la Ciudad de Valencia y D. Bartholomé
Ribelles,[13]Directores
de la Academia de Arquitectura de Valencia.
El 19 de noviembre el
río bajaba muy crecido saliéndose de
madre en varios puntos de la Vega, inundando la huerta y provocando graves
pérdidas, la corriente del río derribó uno de los aguilones de la parte de la
huerta a mano derecha, que era el más débil como ya sabemos. Para comprobar los
daños mandaron al Maestro Alarife Josef Xávega, el cual informó a la Junta:
De que la corriente y el regolfo de las aguas se habían llevado un
pedazo de aguilón de 18 palmos de longitud y una parte de la misma longitud
tenía fisuras y amenazaba en derrumbarse, dando la
circunstancia de que la parte derrumbada es la que se finalizó hace un par de
meses cuando se finalizaron las obras del puente, por este motivo,
debido a que la obra no había hecho el asiento suficiente, ha sido más
vulnerable a la corriente del río, socavando los cimientos hasta prácticamente hacerlos
desaparecer. El resto del puente se hallaba intacto.
El
2 de octubre de 1779. Siendo Alcalde de Guardamar Gregorio Celdrán Viudes, se
recibió una reclamación que había hecho Josef Ruíz de Pomares para que se le
entregara la tercera parte que se le debía por la construcción del puente.
La
Junta le respondió: que no estaba
obligada a pagar hasta que no se concluyera y se entregue la obra y además
estar revisada y aceptada por los técnicos, pues según el informe que
hicieron los arquitectos del Reino, las
obras no estaban concluidas del todo y además los arrendadores debían reintegrar
154 libras por daños y perjuicios.
Por
la Justicia de la Villa se instruyó auto el 20 de diciembre de 1779, para que
en el plazo de veinte días se acabasen definitivamente las obras, en caso
contrario se iniciará un proceso de apremio contra sus bienes y personas. Como
trascurrido el plazo estipulado no cumplieron lo acordado, se le informó de
este hecho al Intendente General para que dispusiera lo más conveniente para
resolver el conflicto.
La vida del Puente de
piedra.
El
1 de enero de 1780 el Regidor primero expuso ante la Junta del Cabildo, la
situación en que se encontraba el expediente abierto contra Sebastián Garafulla
y a sus fiadores José Ruiz y Vicente Miravete por las obras del puente de la
Villa. Como sabemos los expertos D. Vicente Gascó y D. Bartolomé Ribelles
determinaron que al puente le faltaba para su conclusión la construcción de
cuatro paredes, por lo tanto para firmar el final de la obra, debían construir
dichas paredes y reparar los daños causados.
En
la noche de del 16 al 17 de septiembre de 1783 se desató un terrible temporal de
levante que derivo en un huracán, con lluvias y vientos tan fuertes que
causaron grandes estragos, arrancando árboles, dañando edificios y arrasando
los cultivos; dejó inservibles la Casa Capitular, el horno de intramuros, el mesón
y la carnicería, edificaciones que necesitaban una pronta reparación dado su
carácter de servicios básicos para los vecinos de la Villa.
El
río Segura se desbordó, inundando toda la Vega, todos los caminos reales
estaban impracticables y la población quedó incomunicada varias semanas, por
esta causa las autoridades locales no pudieron comunicar el desastre con la
celeridad deseable a las instancias superiores en demanda de ayuda, el
expediente para la reparación de los daños ocasionados por el temporal se
inició en el mes de septiembre de 1784.
El
5 de enero de 1787 Pascual Aracil escribano del ayuntamiento, informó a la
Junta:
que según había mandado la superioridad,
se había formado un expediente para la inspección del estado actual del puente
nuevo, por lo que se realizó dicho reconocimiento y se continuo con dicho
expediente por diligencias judiciales.
El
2 enero de 1789 la Junta de Propios de la Villa, recibió un oficio( Fig.5)
remitido por el Intendente General de Valencia D. Pedro Francisco de Pueyo,
fechado el 19 de diciembre de 1788 en el que se inserta una Real Provisión del
Consejo de Castilla, expedida por la Sala segunda de gobierno con fecha de 5 de
noviembre de 1788, en la que se resolvía:
Se
le daba permiso a la Junta por parte del Consejo de Castilla para iniciar
cuanto antes y con los caudales públicos,
las obras de reparación de los aguilones y paredes del puente dañados en la
avenida del río ocurrida en la noche del 19 de noviembre de 1777, la obra se la
adjudicó en pública subasta Juan Martínez Espinosa.
También
se daba permiso para poner al cobro las cantidades que se obligaron los vecinos
de Guardamar, en los años 1772 y 1773 y reintegrar en el Arca de tres llaves
las 239 L., gastadas por razón de sobrestantía, y de esta cantidad se pagase 96
Libras, a los técnicos que inspeccionaron las obras de dicho puente. Para
dirigir la obra de reparación del puente, el Intendente recomendaba que lo
hiciera Vicente Gascó, o una persona de su confianza que él designara.
Después
de leer la Real Provisión, el Alcalde Antonio García de Vives informó al
Cabildo de que debido a la gran cantidad de agua que lleva el río no se pudo
iniciar las obras de reparación del puente, ya que dicha reparación se tenía
que hacer en la zona de la cimentación dañada que estaba debajo del agua.
Después
de la revisión que hizo Juan Martínez Espinosa, observó que no había ninguna
deficiencia en la extensión de los arcos, bóvedas y machones, estimando que la
obras de reparación del puente le llevaría dos años más o menos, las cuales se iniciarían
en los meses de verano, que era cuando el nivel del agua era más bajo.
El
14 de enero de 1789 se recibió una carta del D. Vicente Gascó dirigida a los
Justicias de Guardamar, en la que les informaba que el Intendente General le
había designado para dirigir las obras de las cuatro paredes, barandas, y asientos
que le faltaban al puente.
Como
era imposible desplazarse a Guardamar debido a sus múltiples obligaciones,
había delegado en el maestro de obras Blas Bellido[14]
para que ejecutara la obra, al cual se le debía pagar 35 Libras al mes,
contando desde el día que saliese de la ciudad de Valencia hasta que volviera a
la misma, además se le pagaría lo que costara el viaje del carruaje de ida y
vuelta; para cumplir su cometido se le debía facilitar los planos del puente y
las condiciones especificadas en el contrato de arriendo de la obra, además se
debía notificar formalmente a Sebastián Garafulla o a su fiador que o bien
ellos personalmente o una persona que designasen, para fiscalizar la obra y
anotar todos los gastos, llevando un listado que semanalmente firmaría junto al
Maestro Bellido.
para que no pueda ponerse en duda los
gastos de la obra según se mandaba en la Real Cedula del Concejo de Castilla.
El
29 de abril de 1789 Blas Bellido de 42 años más o menos, se presentó ante la
Junta de Propios como director de las obras del puente para firmar la
finalización de éstas.
El Alcalde tomando la palabra les dijo a los
miembros de la Junta:
que la citada obra que había estado a
cargo del Alarife Sebastián Garafulla y de su fiador José Ruiz, se habían
finalizado según había estado mandado por las autoridades superiores, la dicha
obra se había realizado bajo la dirección del compareciente, asistido e intervenido
por José Ruiz fiador del arrendador de la obra. Su conste ascendía a 696 Libras
2 Sueldos y 9 Dineros moneda de este Reyno, como se justificaba por las 14 L.
semanales que se han pagado desde el 22 de enero hasta el 23 de abril de este año
en que finalizó la obra, pagadas por la Junta de sus fondos sobrantes en el
Arca de tres llaves de Propios y Arbitrios.
Firmaron
el contrato de finalización de la obra según los Capítulos de la contrata, Blas
Bellido y el Sindico Personero General, no firmaron ni el Alcalde ni los demás
miembros de la Junta por que no sabían leer ni escribir.
La
junta de Propios había remitido al Maestro carpintero Antonio Palos, residente
en Valencia, una Letra de cambio por valor de 167 Libras para que comprar la
madera necesaria para las obras del puente, éste había hecho efectivo tres
recibos por el importe del valor de la madera enviada que ascendían a 122 L. 2 s.
y 4 d., por lo que el maestro tenía en su poder 44 L.17 s. y 8 d., que debía
que restituir a la Junta de Propios.
Sabedor
de que esta cantidad estaba en poder del Maestro carpintero; Vicente Gascó
mandó una carta dirigida a la Justicia y Junta de Propios de Guardamar, con
fecha 2 de junio de 1789, en la que les pedía que esta cantidad sobrante se la
entregara el carpintero a la mujer del Maestro Blas Bellido y posteriormente se
descontara de su salario. La Junta aceptó la propuesta e informó a Vicente
Gascó el 8 de julio, que se autorizaba a Antonio Palos la entrega de la
cantidad sobrante de la compra de la madera a la mujer de Blas Bellido. El 16
de julio Gascó a su vez les remitió una carta en la que les informaba que el
Intendente había aprobado las obras realizadas en el puente.
Finalmente
el costo de las obras de subsanación del puente, según se reflejaba en los
capítulos de la adjudicación de dicha obra, fueron de 573 libras, 4 sueldos y 5
dineros, esta cantidad que en un principio se había pagado por la Junta de
Propios y Arbitrios, ésta se la estaba reclamando por vía de apremio a José
Ruiz como fiador principal que era del arrendador Sebastián Garafulla; pero
como el citado Ruiz estaba completamente arruinado, pues para cumplir con el
contrato se había visto obligado a vender todas sus fincas, presentó en febrero
de 1790 un escrito de súplica ante el Consejo de Castilla.
La
respuesta a esta súplica le fue comunicada por medio de una carta mandada por
Juan Antonio Rero y Peñuelas, Escribano del cámara del Consejo de Castilla para
la casa de Aragón, fechada el 1 de febrero de 1791, en la que se le comunicaba
que a propuesta del Fiscal, el Consejo había resuelto que se ordenara a la
Junta de Propios y Arbitrios de Guardamar, que detuviese el procedimiento de
apremio contra José Ruiz para intentar cobrar las 573 Libras que costó la
construcción del puente, y que se le pagase esta cantidad de los fondos de
Propios y Arbitrios, con lo cual quedaba resuelto definitivamente el problema
surgido de la construcción del Puente Nuevo de Piedra.
Durante
la Guerra de la Independencia, Guardamar permaneció en la retaguardia, por lo
que el puente no sufrió los envites de las tropas francesas, además aguantó muy
bien las crecidas del río.
En
la época del trienio liberal Guardamar se mantuvo fiel a Fernando VII, para
defenderse de los liberales, en lugar de destruir el puente para una mejor
defensa de la Villa, tuvieron la feliz y más económica idea de construir unas
puertas que cerrara el paso a las posibles tropas liberales.[15]
El
técnico después de comprobar los daños, emitió un informe en el que recomendaba:
Certificado de Mariano Sánchez. Guardamar 2 de febrero de
1826.(Fig. 7)
una
reparación de urgencia y provisional, apuntalando con unos maderos la obra
principal, así como tapar con tablazón la hendidura para que el agua no abatiera
más en este punto y se desfondara el aguilón.
Las
obras debían dar comienzo el próximo verano, cuando el nivel de las aguas eran
más bajas y tenían menos fuerza; mientras tanto se podría realizar una acumulación
de materiales junto al puente, para cuando llegase el momento adecuado poder
realizar la obra lo más rápidamente posible.
El
maestro arquitecto Mariano Sánchez como director de la mencionada obra de
reparación del puente, la había finalizado con los material que le habían
entregado, habiendo tapado las grietas o hendiduras que se formaron entre
sillar y sillar con argamasa, pero no había podido realizar la reparación que
había recomendado en el informe por la falta de maderas y materiales para
construir la estacada, pues no le habían entregado el dinero prometido, por lo
que el Síndico pidió a los miembros de la Junta que le dotaran del dinero que
se presupuestó la obra antes de que se pasar la época del verano y se iniciaran
las crecidas del río.
La
Junta de Propios respondió al Síndico: Que
el motivo de no haber aportado los caudales para la reparación es no tener, por
no haber logrado los suficientes de los contribuyentes por la falta de cosechas
de los últimos años, pero que tan pronto sea posible aportaría los caudales
necesarios
El
11 de septiembre el Síndico presentó a los miembros del Ayuntamiento, las
cuentas de lo invertido en la reparación provisional que se había realizado en
el puente hacía varios meses, pero el dinero recaudado en la cuestación no permitía
acometer la obra proyectada por el maestro para ejecutar la reparación
definitiva.
Como
el peligro de un ataque liberal había pasado el Cabildo acordó retirar las
puertas, pues al estar a la intemperie se estaban deteriorando, acordando
guardarlas en lugar protegido de las inclemencias climatológicas
El
30 de octubre de 1826 el Cabildo acordó lo siguiente: que se quiten las puertas del puente del río Segura por haber cesado
los motivos que causaron su colocación, a lo que se agrega estarse
deteriorándose por hallarse a la inclemencia sin haber necesidad para ello y
verificado así póngase donde estén custodiadas; quedando a cargo del presidente
la ejecución de lo acordado.
Por desgracia las actas de los Cabildos de Guardamar
desde 1827 hasta 1831 han desaparecido, por lo que no hay referencias en el Archivo de Guardamar de cómo afectó el
terremoto de 1829 al puente, pero según Gregorio Martínez Canales (1984) el
terremoto le causó graves daños.
Puentes y Vías de comunicación. Influencia en la economía local.
El 29 de enero de 1844 el Alcalde Pedro García
Sánchez,[17]
planteó la necesidad que se tenía de reparar los caminos que conducían a
Guardamar, sobre todo las subidas a la población, pues las lluvias y el continuo
tránsito de carretas habían producido unos profundos surcos que imposibilitaba
el normal paso de personas y animales, así mismo el puente estaba completamente
descarnado en su totalidad, por lo que era necesaria una profunda reparación.
La Corporación tomó el acuerdo de reparar dichos
caminos y el puente, repartiéndose el trabajo entre toda la población,
empleándose para ello todos los carruajes, caballerías y jornaleros necesarios,
turnándose por calles día a día hasta terminar la obra.
El verdadero problema en esta época en lo referente a
las comunicaciones, venía de la desidia de la población vecina de San
Fulgencio.
En una Sesión del Ayuntamiento de Guardamar, se expuso
que: el estado de los puentes llamados de
Las Pesqueras y sus caminos estaban muy descuidados y llenos de arenas.[18]
Según el acuerdo que se tenía con las Pías
Fundaciones, éstas debían de mantener los caminos y los puentes de las azarbes
en buen estado. El 34 de agosto el Cabildo de Guardamar acordó mandar un oficio
al Gobernador de la provincia exigiendo:
que se
construyera algún puente de piedra como estaban antes de su destrucción, en vez
de repararlos con troncos maderos y cañizos.
Y el 16 de junio de 1844 el Síndico D. Miguel Rodríguez
Zaragoza expuso que:
a consecuencia del fatal estado que tenían los caminos de esta Villa a
Alicante a la altura del término de San Fulgencio, y por la inseguridad de los
puentes que se hallaban a cargo de las Pías Fundaciones, por hallarse inundado
de arena una parte del camino que hacía impracticable el paso.
Pero el Ayuntamiento de San Fulgencio en lugar de
realizar los puentes de mampostería como había mandado la Diputación, los
construyó de palos y ramas a pesar de que se comisionó al sacerdote Pedro
Alonso para que se construyera dichas obras según lo acordado.
La situación se había hecho insoportable por los
perjuicios que se estaba produciendo tanto a los vecinos de Guardamar como a
los transeúntes de los caminos. El Alcalde mandó una carta de protesta ante el
Presidente del Ayuntamiento de San Fulgencio, como a finales de julio no se
había recibido respuesta de la población vecina se denunció de nuevo ante el
Jefe Político de la provincia.
En
1846 se instruyó un expediente al Jefe Político de la provincia donde se pedía:
que el establecimiento de las Pías Fundaciones
que V. administra se halla obligada a mantener adecuadamente los puentes y
caminos, porque tanto el camino como el puente estaban en muy mal estado.
Posteriormente
a finales de 1850 los dos Ayuntamientos se pusieron de acuerdo por medio de una
comisión para construir otro puente un poco más arriba del que había, en el
punto denominado casita de Tomás Saragosa.
Para Guardamar la
desecación realizada por el Cardenal Belluga de las marjales del bajo Segura le
resultaron muy traumáticas, no solo por la mutilación de su territorio
municipal como el monte del Molar o las Pesquerías que tuvo que ceder a las
Pías Fundaciones,[19]sino que
los problemas de sus comunicaciones se multiplicaron con cada puente de las
nuevas azarbes de desecación como ya hemos comentado anteriormente, por esta
causa el alcalde de Guardamar envió otra carta al Gobernador Civil de la
provincia el 20 de junio de 1854, quejándose del mal estado del camino que va
desde Cartagena a Alicante a la altura de el paraje denominado las Pesquerías
que está situado en el término municipal de San Fulgencio:
este
camino se hallaba completamente inutilizado por la invasión de los enormes
arenales. Por lo que los carruajes tienen que arrodear una, dos, o más leguas.
(sic)
En el mes de septiembre
tuvo lugar una riada en la que:
el
río se había comido en algunos puntos con sus abenidas y en otros puntos descarnándolo, parte del camino que
iba desde “Guardamar a Elche y Alicante”,
por lo que el tránsito por él era muy
peligroso para los carreteros e incluso siendo intransitable entre la hila de
la Marrá por la que se sale a dicho camino.
El 17 de julio de 1855, el
Ayuntamiento de Guardamar elevó de nuevo una queja al Gobernador Civil de la
provincia:
debido
a que el puente que vadea la última azarbe continúa intransitable desde hace
varios años por la invasión de las arenas, recordando que las Pías
Fundaciones en el momento del acto de su
fundación se obligaron a ello.
La vía marítima era la
opción más segura y rápida para el transporte de mercancías, como el río Segura
en su tramo final era navegable en algunas épocas del año, por él se embarcaban
los productos hortofrutícolas de la Vega, la barrilla y sobre todo el esparto que
se empleaba para confeccionar calzado, sogas, capazos, esteras.
Esta actividad se fue
perdiendo a medida que las poblaciones vecinas construyeron puertos con mayor calado, sobre todo cuando a
Torrevieja se le concedió una aduana a principios del siglo XIX.
El Ayuntamiento de
Guardamar en julio de 1855 realizó una petición a S.M. la Reina Isabel II para
que:
se le concediese un punto de embarque y desembarque de mercancías en el río con un
carabinero de la aduana de Torrevieja, pues desde hacía unos años estaban
obligados a llevar las mercancías para embarcar en los puertos de Torrevieja y
Santa Pola, lo que perjudicaba en el precio de sus productos agrícolas y su
industria de hilo de esparto. Posteriormente en la Gaceta de Madrid con
fecha 21 de junio de 1870, el Director General de Rentas comunicó al Regente
del Reino de Valencia: que S.A. accede a
lo solicitado por varios propietarios e industriales de Guardamar en la
provincia de Alicante, el embarque de frutos del país con documentación de
aduanas de Torrevieja.
Ocaso del Puente de
Piedra.
En el Pleno del 14 de
Noviembre de 1850, el alcalde D. Pedro García Sánchez informó a los componentes
del Cabildo de la situación en que se encontraba el puente que cruzaba el río
manifestando:
que el puente principal
de este río, hace años se encuentra inútil en parte por tener socavado
considerablemente un estribo izquierdo a la parte de Mediodía, donde a falta de
los sillares y obra que las avenidas abidas anteriormente ha ido extrayendo a
la misma se colocaron unos tablones. Que siendo como es el referido puente un
paso útil como indispensable para todos los vecinos de esta villa para los que tienen terrenos en la huerta ya
sean vecinos o terratenientes, que en fin para todos los pueblos desde
Cartagena a Alicante, que por ser el camino más corto con precisión lo han de
usar. Deseando por otra parte cortar mayores perjuicios a tan importante obra
con un abandono que desligo de la obligación que los ayuntamientos tienen de
cuidar la mejor administración de su distrito en todo lo que haga referencia al
bien general y particular, lo ponía en conocimiento del mismo para su examen y
su solución. Después de oír todos los argumentos expuestos por el Presidente de
lo mal que estaba el puente, y de la necesidad de su pronta reparación, los
miembros del Ayuntamiento acordaron: Que cuanto antes se proceda a la
composición del puente de este río, con la forma y modo que tenga a bien mandar
el Sr. Gobernador Civil de la Provincia
con cuyo objeto y el de que apruebe el presente acuerdo se le emitirá
con atento oficio, copia literal del mismo para cabeza del expediente que al
efecto se instruirá.
Los miembros del
Ayuntamiento después de oír al Alcalde acordaron mandar un oficio al Gobernador
pidiendo su pronta reparación en modo y forma que estime conveniente, iniciando
un expediente de reparación. Posteriormente el Alcalde comunicó a la
Corporación que el 20 de noviembre el Gobernador Civil de la Provincia, había
aceptado la propuesta del Ayuntamiento para la reparación del puente, pero
debido a que las arcas estaban vacías y no podían afrontar la obra, se había
solicitado a los pueblos vecinos que se beneficiaban de su uso como eran
Torrevieja y Santa Pola, una cuota para ayudar a sufragar los gastos de su
reparación.
El invierno de
principios del año 1857 fue muy lluvioso, con frecuentes tormentas y temporales
de levante, en febrero el río bajaba muy crecido y amenazaba un pronto
desbordamiento, las poblaciones de la Vega estaban en máxima alerta, y
cuadrillas de hombres recorrían las motas para reforzar los puntos más débiles,
pero finalmente nada se pudo hacer contra la fuerza de la naturaleza, y el río
se salió de madre en varios puntos,
las aguas arrastraban troncos de árboles, cañas y matorrales, estos materiales
obturaron el ojo de la parte de poniente del puente, como ya conocemos era el
más frágil y debilitado, finalmente la presión del agua contra el estribo y
aguilón, provocó el derrumbe de parte del puente de sillería y mampostería
dejando a Guardamar aislada. Visto los antecedentes anteriormente expuestos, la
causa de la causa del hundimiento del puente se debió a su mal estado de
conservación por falta de medios económicos, puesto que se había ido
deteriorando año tras año sin poner remedio a su situación, hasta que la dicha
riada fue el punto final de su deficiente mantenimiento.
El Alcalde Pedro García en
una carta que envió al Gobernador Civil con fecha 3 de marzo de 1857, expone
muy claramente como ocurrieron los hechos:
A
consecuencia de las repetidas lluvias que estamos sufriendo desde el pasado mes
de febrero el río que desemboca en el mar por esta Villa se salió de madre,
desde el día 26 del mismo, sin embargo de los grandes esfuerzos hechos por
estos vecinos los que día y noche han trabajado sin descanso en reforzar y
construir más de 800 baras de mota nueva con el fin de contener el
desbordamiento e inundación de toda la huerta y a pesar de todos los esfuerzos
el aumento de las aguas en el día de hoy ha roto por diferentes puntos de las
indicadas motas, y de allí la inundación completa de toda la huerta en general,
ha arrastrando hasta el mar todas las cosechas y dejando sumidas en la mayor
miseria a innumerables familias por ser este pueblo eminentemente agrícola.
¿Pero no es esto lo más hiriente? M. S. mío que el magnífico
puente de sillería daba entrada a esta Villa cuyo paso era indispensable para
todas los puntos de España ha sido también arrebatado por las aguas habiéndonos
cortado por lo mismo toda clase de comunicación con los intereses de esta Villa
sufriendo igual suerte los puentes de mampostería de barias azarbes que
atraviesan el camino que conduce a esa capital por lo dicho conocerá su V. la
triste situación en que se halla los habitantes de esta Villa sin que hasta
ahora se lamente desgracia alguna, a pesar que el hundimiento del puente se
hallaban sobre 300 hombres en la construcción de las motas a la que arriba me
refiero = Lo que tengo el sentimiento de poner en su superior conocimiento de
V. esperando con justa razón de que V. comparte con mucho por estos afligidos
vecinos.
Dios guarde a V.
Dos días después el Alcalde comunicaba al Gobernador:
que
debido a la situación en que se encontraba la población no se podían pagar la
contribución por que la riada destruyó las cosechas y el magnífico puente de
sillería.
Inmediatamente convocó a
todos los miembros que componían el Ayuntamiento y a los mayores contribuyentes
de la localidad, para intentar solucionar la grave situación que había
provocado el hundimiento del puente, los mayores contribuyentes de Guardamar en
aquellos años eran: D. Vicente García García, D. José Berenguer, D. José
Hernández Gómez, D. Francisco Ramos, D. Vicente Ramos Pareja, D. Manuel Roviño
Cánovas, D. Francisco Viudes Rodríguez, D. Joaquín Viudes, D. Domingo Alfonsea
Burgos, D. Miguel Cabrera y D. Vicente García Sánchez.
Después de escuchar al
Alcalde y de una detenida deliberación, acordaron pedir al Gobernador Civil de
la provincia que mandara un ingeniero o arquitecto, para que reconozcan los
restos del puente y dictaminen que solución es la más apropiada para dar un
paso provisional urgente, mientras se construye otro puente.
También expusieron que
como la construcción del nuevo puente, sería muy costosa económicamente, era conveniente pedir al
Consejo Provincial una subvención a fondo perdido, teniendo en cuenta que las
poblaciones vecinas deberían aportar una contribución como usuarios de dicho
puente, ya que era sumamente necesario a
todos los pueblos inmediatos, por el transito diario que disfrutan.
El Ayuntamiento no veía
otro medio para obtener el dinero necesario para la obra, que realizar un
reparto de la contribución entre todos los contribuyentes de la región.
A la vez se concedieron
poderes a los dos mayores contribuyentes del término municipal, Pedro García
Sánchez vecino de Guardamar como el mayor contribuyente de la localidad y a Matías
Sansano vecino de Orihuela, como mayor contribuyente forastero, para que pudieran
contratar y dirigir todas las operaciones que sean necesarias para conseguir el
dinero.
El día 11 de marzo se reunieron
de nuevo en la Sala Capitular todos los mayores contribuyentes con el Ingeniero[20] de la
provincia, que había mandado el Gobernador Civil para evaluar los daños del
puente y proponer soluciones al problema, el cual expuso lo siguiente:
que
en vista de la comisión que le había conferido el Gobernador de la Provincia
con fecha siete del actual, se puso de acuerdo con el Sr. Alcalde D. Pedro
García, según se le prevenía; y constituido en el terreno sin descanso alguno,
reconoció anteriormente los restos del puente, sin que en la actualidad pueda manifestar
el estado en que se hallan las obras debajo del agua siéndole imposible el sondearlas
en el día por la mucha cantidad de agua y que esto podrá realizarse tan luego
bajen las referidas aguas.
El ingeniero Francisco Morell
después de la revisión propuso dos soluciones:
1º-
podría efectuarse con un puente de barcas.
2º-
abriendo paso por el mismo puente destruido que es el más fácil y de más
garantías,…. podía ascender aproximadamente a unos Diecyocho a Veinte mil
reales….
Los propietarios después de oír las opciones
expuestas por el ingeniero, estuvieron de acuerdo con él que la más factible y
menos costosa era la de habilitar el paso aprovechando la estructura del puente
que había quedado en píe, y uniéndola con la otra orilla mediante una
estructura de madera.
Acordaron iniciar la
limpieza de las ruinas y la compra de las maderas necesarias para la obra,
garantizando con sus bienes la financiación de la misma, a la vez el Alcalde se
debía entrevistar con el Gobernador Civil para poner en marcha las medidas para
poder recaudar la cantidad necesaria.
Dada la importancia que
el puente tenía tanto para los vecinos de Guardamar como para los viajeros que
transitaban por el camino que pasaba por él, y como los mayores contribuyentes
no podían reunir la cantidad presupuestada para su reconstrucción, se acordó
comisionar al Alcalde para que intentara por todos los medios que le sean
posible recoger los 20.000 reales que el ingeniero había calculado para la
reparación, bien por medio de un préstamo de alguna entidad financiera o
adquiriendo las maderas y todos los efectos y materiales necesarios a plazos,
pagando los intereses que se generase por la operación. Todos los contribuyentes
avalaron solidariamente la operación manifestando lo siguiente:
Que
el Sr D. Pedro García pueda contratar por la expresada cantidad de 20.000
reales en tanto se adopte el medio para conseguir esta suma, bien sea por
reparto vecinal o por cualquier otro, sin perjuicio de la aprobación del Sr.
Gobernador.
El 18 de Marzo se
reunieron los concejales y los mayores contribuyentes de la Villa bajo la
presidencia del Alcalde D. Pedro García para intentar llegar a un acuerdo en
los medios que tenían que emplear para conseguir los 20.000 reales
presupuestados para la reparación del puente.
Finalmente acordaron por
unanimidad las siguientes medidas:
1º-La
imposición de 12 reales a cada vecino de este distrito municipal.
2º
- La imposición de 2 reales por tahúlla que le sea necesario el puente tanto
para su entrada como para su salida.
3º-
La de 18 reales a cada carro de bueyes de a par que habite en el término.
4º
- 12 reales por cada carro de mula, y por cada caballería que lleve haz 6
reales.
5º
- 6 reales por cada caballería mayor bien sea vaca, buey, caballo o mulas
sueltas que también pertenezcan a los habitantes de este distrito municipal.
6º-
24 céntimos por cada cabeza de ganado lanar o cabrío que pertenezca a los
vecinos de esta Villa, sin exceptuar los de la huerta y campo.
7º
Que al molino harinero le conceptúen pagar 400 reales. Atendiendo a la mayor
falta que a este hace el paso del puente.
El Puente provisional.
El día siguiente el
Alcalde viajó a Alicante para realizar las gestiones que le había encomendado
la asamblea y después de recorrer varios almacenes de madera, compró en uno la
madera necesaria para la reparación del puente, después visitó al Gobernador,
al cual le expuso el acuerdo al que se había llegado para financiar las obras
del puente, el Gobernador leyó detenidamente la propuesta presentada por el
Alcalde y le pareció muy buena idea. Extendió un oficio motivando la propuesta
y su aprobación.
Posiblemente las obras
para dar el paso provisional se iniciaron del 24 al 26 de marzo y en una semana
estaría ya operativo para pasar por él, puesto que en el pleno del día12 de abril
se decía:
Por
el Sr. Presidente se presentó las cuentas de todo el gasto ocasionado en la
construcción del paso provisional del puente del río de esta Villa que quedó
destruido el día 3 de Marzo último, las cuentas ascendían a 16.342 reales con
30 céntimos.
El Gobernador de la
Provincia mandó un oficio[21]fechado
el 5 de junio, en el que comunicaba la resolución del Gobierno de S.M., donde
se denegaba por ser ilegal el sistema que habían solicitado para recaudar el
dinero de la reparación del puente, proponiendo que los fondos se obtuvieran
mediante una propuesta para cubrir el déficit del presupuesto municipal, y en
caso de hallarse éste agotado, de la recaudación de las tarifas 1º y 2º del
impuesto de Consumos.[22]
Los miembros del Ayuntamiento acordaron convocar la
reunión de un duplo de los mayores contribuyentes
para que estuvieran representadas todas las clases de la localidad, como disponía la legislación vigente, para que entre
todos propusieran los medios que debían adoptarse para reunir la cantidad de
dinero suficiente para cubrir los gastos ocasionados en la rehabilitación del
paso provisional del puente de Guardamar.
Como estaban en la época de la recolección
de las cosechas, y la mayoría de los contribuyentes estaban en la huerta
realizando sus labores agrícolas se acordó convocar la reunión:
por medio de citación
personal realizada por el macero del municipio, que los citará para el domingo 28 de este
mismo mes a las nueve horas de la mañana en la Sala Capitular, encargándose muy particularmente que sin
licencia ni pretexto alguno así lo berifiquen.
El día 28 de junio de
1857 como estaba previsto se reunieron en la Sala Capitular los miembros del
Ayuntamiento y los mayores contribuyentes de la Villa de Guardamar, presidió la
reunión el Alcalde D. Pedro García Sánchez, que mandó poner a la vista el
expediente de propuesta para cubrir el déficit del presupuesto municipal de ese
año así como lo que estaba previsto por la ley, después de analizar los
documentos comprobaron que todos los recursos que proporcionaban las tarifas 1º
y 2º de Consumos estaban agotados, por lo que se vieron en la necesidad de realizar un reparto vecinal tomando como base
lo que se pagaba de dicho impuesto, aumentando el tanto por ciento que la ley
autorizaba, incluyéndose en él a los hacendados forasteros como beneficiarios de la utilización del puente para la
explotación de sus fincas.
atendiéndose
a la situación topográfica de esta huerta, y que sin este paso quedarían
enteramente sin cultivos todas las propiedades atendiendo a que los colonos,
aperos de labranza y demás arreos para las anunciadas fincas existen dentro de
la población y sin el recurso del puente no podrían pasarse estos, ni mucho
menos atenderse a los reparos de la ribera del río en sus grandes abenidas…
El mes siguiente el Alcalde leyó la circular
que el Gobernador le había mandado con fecha del 9 de Julio en la cual se
adjuntaba la legislación vigente en materia de impuestos de Consumos, en
referencia al déficit que tenía el Ayuntamiento, tanto con la Administración provincial
que ascendía a 4.118.04 como a la municipal que era de 4.939,64 reales; esto
hacía un déficit total de 9.057,68 reales.
La finalidad que tenía
la lectura de la carta era la de informar a todos los presentes de la grave situación
que atravesaba el Ayuntamiento, y que entre todos intentaran buscar una
solución para paliar el déficit que se tenía. Se recurrió a pedir una derrama a
todos los usuarios de dicho puente, algunos de estos no estuvieron de acuerdo
con esta decisión y presentaron varias protestas ante la Administración.[23]
No tenemos más
referencias del puente durante los tres años siguientes, sin duda se pudo conseguir
el dinero para poder pagar la reparación
del puente y cubrir el déficit presupuestario del Ayuntamiento, puesto que el 26
de febrero de 1860 se acordó pagar a la tesorería de la Gobernación por medio
del Síndico, 600 reales que le correspondió a Guardamar
por la construcción del puente de Elche cuyas obras tuvieron lugar en 1855.
En
septiembre de 1860 un periódico de Madrid informaba que en Guardamar se habían
sufrido desgracias y daños considerables por el efecto de las avenidas, las
aguas habían arrastrado a todo cuanto se opuso a su paso. Entre las cosas que
había destruido una era el puente de sillería (?), el cual fue arrancado de sus
cimientos y arrastrado por la corriente, dejando a la población incomunicada de
la capital.[24]
Esta última avenida había arrasado toda la Vega,
produciendo grandes pérdidas en la huerta y destruyendo los puentes de Orihuela
Almoradí y Guardamar, el Gobierno Civil anunció en febrero de 1861 una pública
subasta para reparar los puentes destruidos, las obras se la adjudicaron a José
Berenguer por la suma de 34.868 reales.
En el mes
octubre los días 18 y 19, el río volvió a desbordarse[25] arrastrando el puente provisional de madera que se
había construido, como el Ayuntamiento carecía de medios económicos para su
reparación, tuvo que pedir por adelantado 4.588 reales a los mayores
contribuyentes de la localidad. Para pagar esta deuda la Corporación acordó el
día1 de abril de 1861 adicionar esta cantidad a los presupuestos de ese mismo
año.
La situación de los habitantes de Guardamar era lamentable, a causa de las enfermedades
y de los desastres meteorológicos que frecuentemente padecían, como ocurrió en
la primavera de 1863 en la que una fuerte tormenta asoló toda la huerta, los
jornaleros que no tenían más recursos que sus brazos fueron los más afectados,
pues al no existir cosechas que recolectar, sólo les quedaba emigrar a las
colonias francesas de África.[26]
Las autoridades locales
tuvieron que pedir socorro a Gobernación debido a que el pedrisco caído había
arrasado todas las cosechas, para ayudar al pueblo de Guardamar a paliar sus
males,
El 8 de diciembre de 1863 el Fondo de
Calamidades Públicas, concedió la cantidad de 40.000 reales entre los pobres de la Villa que hayan
sufrido con más proporción los daños.
El paso continuo de
carros, caballerías y ganados por el puente había deteriorado el suelo de madera,
las tablas estaban astilladas o agujereadas con el consiguiente peligro para la
integridad de los transeúntes, por esta causa en el presupuesto de 1865 se
asignaron 20.000 reales para la reparación del piso del puente, pero el
Gobernador no aprobó esta partida en el presupuesto hasta que no se instruyera
un expediente sobre las necesidades reales de la reparación.
El Ayuntamiento acordó
instruir el expediente para poder conseguir la aprobación de los 20.000 reales
que se estimó serían necesarios para reparar la tablazón, dicho expediente se
remitió al Gobernador para que éste lo aprobara. Como se estaba demorando mucho
su tramitación, los vecinos reclamaron ante el Alcalde que se reparara cuanto
antes el piso del puente por que su transito se hacia muy peligroso.
El Alcalde el 5 de
Noviembre de 1865, contestó a los vecinos que el Ayuntamiento carecía de
recursos hasta que no se aprobara la cantidad que se había consignado en el
presupuesto para tal efecto, por lo tanto proponía la siguiente solución:
que
esto podrá beneficiarse debiendo una subvención voluntaria entre los vecinos llevándose
lista de la cantidad que se recoja, y que luego se realicen fondos para que
dicho objeto se devuelva a cada uno la cantidad que adelante.
Debido a la falta de
recursos económicos no se pudo construir un puente nuevo ni realizar una
reparación más consistente y duradera, por lo que a lo largo de los años y
después de cada avenida se tenían que poner parches a este paso provisional.
Por no ser reiterativo
citaré algunos ejemplos:
El 8 de noviembre de 1874 se le pagó al
carpintero Ramón Díaz Cases[27]129,25 pts., por la composición que hizo en el puente
del río el año pasado.
El 21 de noviembre de 1875 la Corporación
acordó pagar 23,25 pts., por la composición
del puente.
El 5 de diciembre de este mismo año, se le
abonó a Gaspar Orts 22,75 pts., por la
composición del piso del puente.
El 18 de agosto de 1878 se realizó una
reparación de toda la tablazón.
El 29 de junio de 1879 se le pagó a
Vicente Sánchez 12 pesetas por calzar las columnas del puente, pues las corrientes del río había socavado
sus bases y amenazaba con volcarse con el paso de los carros.
Gracias a estas reparaciones
el puente aguantó la riada de Santa Teresa que tuvo lugar el 15 de Octubre de
1879.
La riada de Santa Teresa se mantiene aún viva
en la memoria colectiva de los ciudadanos de la Vega del Segura, pues hasta la fecha
actual, presenta los registros más altos de caudal de agua tanto en Murcia como
en Orihuela, que provocó graves perjuicios económicos, y lo que es peor,
innumerables pérdidas de vidas humanas, sobre todo en la ciudad y huerta de Murcia.
El rey Alfonso XXII
pocos días después de producirse la catástrofe visitó las ciudades de Orihuela
y Murcia para comprobar los daños causados y consolar a los damnificados, en
Orihuela todas las casas de la calle que bordeaba el río estaban destruidas o
amenazaban ruina, en este punto las aguas habían subido de nivel 3,50 m.
La inundación fue mucho
más dañina para los cultivos en la Vega Baja, desde Orihuela hasta Guardamar
puesto que arrasó todas las plantaciones de alcachofa, pero en la huerta de
Murcia las aguas derribaron muchas casas porque éstas estaban construidas de
adobe, a la vez también se produjeron muchas muertes porque la riada les
sorprendió por la noche mientras dormían.
En abril de 1880 la
Junta de Senadores y Diputados, acordaron conceder a los Pósitos de la
provincia de Alicante 50.000 pesetas para que auxiliaran a los damnificados más pobres de la riada. Autorizando al
Gobernador proponer a la Junta Central de Socorros la forma y manera de distribución después de
oír a la Junta de Socorros de Orihuela.
Se distribuyeron 200
acciones de 250 pesetas cada una, correspondiéndole a Orihuela 130; a Dolores
12; a Almoradí ocho; a Callosa, Benejuzar, Rojales y Guardamar seis; y a las
poblaciones menores dos acciones cada una. La situación provocada por la riada era
tan grave, que incluso a varios propietarios le embargaron las fincas porque no
podían pagar la contribución territorial.[28]
A la mayoría de la población de Guardamar no
le quedaba otro recurso para ganarse la vida que la emigración, muchas voces de
la época reclamaban, que para evitar esta sangría de trabajadores, se realizara
una política de repoblación de los montes y canalización del río con embalses
que aprovechara las avenidas del río; la no roturación para la siembra de
cereales en las laderas de los montes, pues la ultima riada había descarnado
las laderas dejando la piedra al desnudo, toda esta tierra convertida en arena
la transportó el Segura por todo su cauce hasta depositarla en el mar.
En el año 1883 el puente
se hallaba en muy mal estado, el Ayuntamiento no podía hacerse cargo de su
reparación por las circunstancias que ya conocemos, tanto Guardamar como los
pueblos de alrededor arrastraban una fuerte deuda con la Hacienda provincial.
En noviembre de 1884
nuevamente las fuertes lluvias de una gota fría cayeron sobre nuestra comarca,
en la ciudad de Orihuela se hundieron cinco casas y otras muchas estaban
gravemente dañadas, el río rompió la mota entre Rojales y Guardamar y la huerta
quedó completamente inundada, perdiéndose todas las cosechas.
Las penalidades que
tenían que pasar nuestros antepasados se agravaron si cabe aún más en el inicio
de 1885. El diario de corte liberal “El Constitucional” publicaba el 2 de
febrero:
La
última inundación del Segura, ha causado en Guardamar grandes estragos, a
juzgar por las noticias que de aquel pueblo tenemos, el río desbordado invadió
la extensa huerta sembrada a consta de grandes sacrificios y echado a perder la
gran plantación de patatas que en aquella vega existe, de modo que los pobres
labradores han visto desvanecidas sus esperanzas después de las tremendas
calamidades por las que han pasado desde el año 1879, tres inundaciones que les
han completamente arruinado, sobre ser en un tiempo Guardamar un pueblo normal,
ser un pueblo desdichado y desvalido. El Sr. José Ruiz Corbarán[29]tan pronto recibió la
noticia por telégrafo se puso inmediatamente en camino “para fortalecer el
ánimo delos afligido y atender a sus urgentes necesidades” corrieron rumores de
que había alguna víctima, pero afortunadamente no se confirmó la fatal noticia.
Tal era la pobreza de la
población en aquel año, que el Ayuntamiento no pudo recaudar los impuestos para
mandar a la Hacienda provincial, por lo tanto el año siguiente ésta mandó un
comisionado a Guardamar para intervenir los fondos municipales hasta tanto reintegren a la Diputación lo
que deba por atrasos y por corriente.
La situación económica
parece que mejoró un poco y el 28 de octubre de 1890 se pagó a Manuel Zaragoza
unas obras de reparación de desperfectos en el puente.
El 8 de agosto de 1892
nuevamente era urgente la reparación del puente por que se encontraba en mal
estado, pero era tal la falta de recursos del vecindario, que incluso las obras
de la iglesia parroquial estaban paradas por falta de fondos.
El año siguiente el
puente aun no se había reparado, por lo que el concejal José Hernández Lucas
denunció ante el Pleno que el puente de
madera sobre el río se hallaba intransitable y se debía realizar una urgente
reparación; finalmente el Ayuntamiento acordó llevar a cabo su reparación
lo más pronto posible.
Una nueva riada tuvo
lugar en el mes de febrero de 1894, rompiendo el río la mota en la zona
denominada Cuello del Río, inundando
toda la huerta produciendo grandes perjuicios a los agricultores locales.
En la gran riada conocida
como la de San Gregorio que tuvo lugar en febrero de 1895, toda la Vega quedó
anegada bajo el barro que transportaban las aguas del Segura, arruinando
cosechas y caminos vecinales. Para intentar paliar los daños se constituyó en
Orihuela una Junta Provincial de Socorros para atender a los pueblos inundados,
la Junta contaba con una cantidad concedida por el gobierno de 100.000 pesetas para
repartirlas entre los pueblos ribereños; a Guardamar le correspondieron 500 pesetas;
a Almoradí 20.000 pesetas; a Rojales 3.500 pesetas; a San Fulgencio
4.000 pesetas etc., con la condición de que el 90% se gastaran para la
reparación y fortificación de las márgenes el río y el 10% a las obras
necesarias dentro de la misma jurisdicción.
Guardamar protestó ante
la Junta de Socorros, la poca cantidad que se le había correspondido en el
reparto con relación con las otras poblaciones de la Vega, las protestas surtieron efecto y el 7 de marzo el BOE
publicaba:
Teniendo
presentes las condiciones expuestas por la Junta Local de Guardamar, se le
asignan 200 pesetas como aumento a la cantidad que se le asignó en la sesión
anterior, con las mismas condiciones entonces establecidas[30]
En los presupuestos ordinarios de
Guardamar del ejercicio 1895-1896 se observa una partida de 500 pts., para la
composición de caminos vecinales y puente y otras 500 pts., en el presupuesto
adicional y refundido, más otras 450 pts., en el capítulo de ingresos
extraordinarios para construcción del puente[31].
En el pleno del Ayuntamiento con
fecha 2 de mayo de 1897, el Alcalde expuso:
Que el puente
se encuentra en estado ruinoso y que la tablazón que la compone está
inutilizada por completo, amenazando sumergirse al menor peso, por cuya causa y
por no exponerse a una catástrofe como la ocurrida hace pocos meses que
perecieron ahogados dos adultos, dejando los carreteros de la población o
forasteros que precisándoles el trasportar sus mercancías y labradores sus
cosechas tienen que malvender o dejarlas en su finca abandonadas. Manifestando
la imposibilidad de componer dicho puente de fondos municipales en atención de
carecer en absoluto.[32]
En cada avenida del río,
al viejo puente de madera se le mermaba su resistencia, y el continuo paso de
carros cargados de productos agrícolas con su
peculiar traqueteo iban debilitando sus carcomidas y húmedas costillas,
hasta que su paso por él debió de ser muy peligroso. Se pidió a la Diputación fondos para reparar dicho puente y el 11 de mayo
de 1897 la Comisión provincial después de conocer la reclamación de la villa de
Guardamar, le concedió una subvención de 2.000 pts., con la condición de que
presentara un proyecto de las obras que se debían realizar.
En agosto de 1897 la sequía
era tan acuciante, que los agricultores de la huerta para salvar los arboles de
cítricos tenían que regarlos con portaderas[33] y si no
aparecía pronto
la lluvia ocurriría un
nuevo desastre económico. La lluvia no se hizo esperar y el 13 de septiembre
las nubes provenientes del noreste descargaron con fuerza su húmeda carga sobre
la cuenca, provocando la llamada riada de San Eulogio en la que el río aumentó
su caudal en más de 1,50 m. [34]
A mediados de enero de 1898 tuvo
lugar una borrasca de levante en toda la región, en el mar se formó un fuerte
temporal que amenazaba la seguridad de las embarcaciones incluso dentro del
puerto tan seguro como el de Cartagena, las lluvias fueron muy intensas tanto
en la provincia de Murcia como en la de Alicante. Se desbordaron todos los
arroyos y ríos de la región, la huerta de la Vega Baja del Segura quedó bajo
las aguas. En el Acta de Guardamar de 30 de Enero de 1898 se expone que:
con motivo de
las avenidas del Río Segura y continuas lluvias habían destrozado por completo
los caminos y especialmente el puente sobre el río que amenaza hundirse al
menor peso.[35]
Para paliar estas pérdidas el gobierno asignó
a las poblaciones afectadas para ayuda de los damnificados una cantidad. A
Guardamar le correspondieron 1.000 pesetas.
El miércoles 26 de enero de 1898, el
diario “El Liberal” denunciaba que a pesar de las inversiones realizadas contra
las avenidas del Segura no habían surtido efecto, pues estaban en la misma
situación que en las riadas del 1879 o del 1886, en parte porque el señor
Cánovas del Castillo había invertido casi todos los recursos en la provincia de
Murcia dejando a la de Alicante un poco olvida o con menos inversiones.
La Junta Local de Socorros acordó
invertir más recursos en la reparación del puente sobre el río que estaba inutilizado
completamente por la riada, pues las 450 pts. que le asignó la Diputación no eran suficientes, y
su reparación era de una urgencia apremiante para la economía de la Villa.[36]
El concejal Domingo Hernández, se desplazó
harta Torrevieja, para adquirir la madera necesaria pera la reparación del
puente, el importe de la compra se le abono en febrero de 1900.
El 24 de Diciembre de 1899 el Ayuntamiento
interpuso un recurso ante Hacienda porque:
no podían pagar
la subida de 812 pts., de los nuevos cupos al Tesoro, debido a que las arena y
el río habían invadido más de 400 hectáreas de tierras laborables y plantados
de árboles, así como de la invasión de las arenas en varias calles de la
población, estando el pueblo en decadencia debido a su falta de vías de
comunicación y por esta circunstancia ha hecho mísero este término municipal.[37]
En 1889 se iniciaron las obras de un trozo
del la carretera de Alicante a Guardamar, estas obras supondrían una mejora
para el transporte de mercancías y el desarrollo económico local basado en la
agricultura y la pesca. Las sandias y los langostinos eran los productos más apreciados en los mercados
y restaurantes de la provincia.
En
junio de 1900 de nuevo las lluvias hicieron presencia en la Vega del Segura,
las pérdidas que ocasionó la nueva riada fueron incalculables, porque se
perdieron las cosechas cuando se iniciaba su recolección, perdiéndose además de
las cosechas los jornales y los abonos empleados en ellas
Desde 1880 hasta 1900
fueron tan frecuentes las riadas que los agricultores no tenían tiempo para
reponerse de las pérdidas ocasionadas, porque era raro el año que no hubiera
una o dos inundaciones; en los últimos años del siglo XIX siglo tuvieron lugar,
la del 13 de enero de 1897; las del 13 y 15 de enero de 1898; la del 12 de
marzo y 21 de septiembre de 1899 y la de 4 de enero y 27 de junio de 1900; sin
que ningún estamento gubernamental adoptasen medidas para paliar los daños.
A consecuencia de la
terrible riada de Santa Teresa de1879 y la que tuvo lugar en 1884 el Gobierno
había puesto en marcha un plan de prevención de avenidas, ampliando y reparando
las motas, así como abriendo aliviaderos, pero todas estas inversiones habían
quedado en nada después de vistos los resultados. Para algunos técnicos las
medidas que se debían de haber llevado a cabo, era dragar o ensanchar el cauce
y encauzar el Guadalentín por el Reguerón que fue su cauce natural y llevarlos
por un canal que desembocase en las salinas de Torrevieja o en el mar, pues
desde que se desvió el Reguerón las avenidas eran más frecuentes.
El 27 de Septiembre
de 1906 las fuertes lluvias provocaron grades pérdidas en la huerta, el fuerte
temporal venía acompañado por un tornado que arrancó las ramas de los árboles,
este ciclón duró desde la 02:00 de la mañana hasta las 09:00 horas.
A primeros de enero
de 1916 se produjo una nueva riada en toda la vega, en Orihuela se sacó la
Virgen de Monserrate, y se llevó en procesión hasta el puente de poniente para
arrojar el ramo de flores que la imagen llevaba en sus manos, y calmar así las
furiosa aguas del Segura.
En Guardamar el río
se desbordó en las cercanías de la población por causa de la construcción de la
carretera de Alicante a Cartagena, la inundación fue muy importante quedándose
aisladas muchas familias que vivían en la huerta, las lluvias vinieron acompañadas
de pedriscos provocando importantes pérdidas en las cosechas de cereales y
legumbres. El Socorro Oficial concedió a los damnificados de Guardamar 5.000
pesetas, que cobraron a primeros de enero del siguiente año.
A finales de enero de
1923 el Rey Alfonso XIII visitó Guardamar con motivo de la inauguración del
canal de Riegos de Levante, obra que transformaría muchas tahúllas de secano en
regadío.
En marzo de 1924 el
viejo Thader[38]
volvió a rugir, cerca del puente estaba a punto de desbordarse, toda la Vega
estaba en alerta pues ya se había desbordado por la zona de Molins, Benejuzar y
Bigastro, por fortuna las motas de la zona baja del río aguantaron bien la
crecida.
A primeros de abril hubo un nuevo
desbordamiento, que anegó las calles bajas de Orihuela, y cortó las comunicaciones
entre Benejuzar y Guardamar. Esta riada provocó grandes pérdida en las cosechas,
y las lluvias numerosos daños en los criaderos de capullos de seda. El
Gobernador mandó a las poblaciones más afectadas un donativo de arroz, pan y
bacalao, el alcalde de Guardamar agradeció el donativo en nombre de las
personas necesitadas.
Era tal el estado en
que que se encontraba el puente en estas fechas, que los medios de comunicación
de la época se hicieron eco del malestar que había entre los usuarios del
mismo. El domingo 25 de octubre de 1925 se publicó un artículo en el “Diario de
Alicante” firmado por Enrique Cerdán el cual denunciaba el estado en que se
encontraba el puente de Guardamar, para que el Gobernador Civil Sr. Bermúdez de
Castro pusiera remedio inmediato al evidente peligro.
El 26 de octubre de
1925 el “Diario de Alicante” publicó una carta del Gobernador en réplica al
artículo del periodista enrique Cerdán sobre el estado del puente, que dice
así:
Señor
don Enrique Cerdán.
Muy
señor mío: El Diario de Alicante de ayer, en que el artículo que dedica al
peligro que supone el puente de Guardamar, por su estado ruinoso.
Hace
más de un año y medio, es una
preocupación constante el referido puente, pues el aspecto es verdaderamente
poco tranquilizador. Sin embargo los técnicos ingenieros de caminos de esta
jefatura, me aseguran que no existe el peligro que a la vista hace presumir,
sería largo de contar todo lo ocurrido; y ahora, merced a una gestión
solucionando el asunto y se empezaran las obres del nuevo puente en muy breve
plazo.
Con
objeto de que la circulación no se interrumpa, seguirá el puente prestando
servicio y que se reforzará aunque no sea indispensable; pero se reforzará para
dar la sensación de seguridad. El nuevo puente se tenderá (aguas abajo) (unos
cuantos metros) para no tener que utilizar la almadia que se proyectó, que es
un verdadero peligro…El contratista empezará pronto y yo pondré todo mi empeño
en que la obra se termine lo antes posible. Están vencidas todas las
dificultades, y el jefe de Obras Publicas, señor Esteve, que hace poco tiempo
está en ésta, ha dedicado toda su atención al asunto, no alcanzándole a él ni
la más insignificante responsabilidad por el lamentable retraso que se ha
sufrido y que está subsanado.
Así
pues reforzado el puente y próxima la construcción del nuevo, se habrá dado
cima a un asunto que, como le digo antes, hace año y medio, como suele decirse
hace andar de coronilla. Cristino Bermúdez de Castro.
El
Puente de Hierro.
Gracias a las
gestiones realizadas por el señor Cristino ante el Ministerio de Fomento, en
febrero de 1926 el ministro le comunicó en una llamada telefónica que ya había
firmado la R.O. que anulaba el decreto que imposibilitaba la realización del
puente de Guardamar. Este mismo mes el río llevaba una crecida de 0,80 m por
encima de su cauce normal.
El 16 de febrero de
1927 el señor alcalde leyó dos cartas; una
que había recibido del Gobernador Civil y otra del Ministro de Fomento;
donde se comunicaba la construcción inmediata de un puente sobre el Río Segura
en el término de Guardamar. Al conocer la noticia, el concejal Rosalino Pérez
Aldeguer propuso que constara en acta un voto de gracias al Alcalde por la
actividad desplegada para conseguir la construcción de dicho puente, obra que todos ambicionamos, los
concejales Manuel Pérez, José Maciá, Rosalino Pérez, Antonio Ortiz, Domingo
Palomar, Encarnación Quesada, Ramón Rodríguez, José Pérez y Manuel Senent,
votaron a favor de la propuesta, el secretario que levanto el acta se llamaba Leoncio
Calvalache.
En el diario “El
Luchador”[39]en
su edición del sábado 6 de Agosto de 1927, publicaba que la construcción del
puente se había aprobado en el Real Decreto de 19 de Julio publicado en la
Gaceta de Madrid el 22 de Julio; el cual autorizaba realizar la subasta de las
obras de construcción de un puente metálico, con un presupuesto de 134.152,90
pesetas, el plazo para la ejecución de dichas obras sería de 14 meses, pagadas
en dos anualidades, en el año 1927 una de 45.000 pesetas, y para el año 1928
otra de 89.252,90 pesetas.
La subasta se realizó
en Madrid el 24 de septiembre, se presentaron los contratistas; Salvador
Canales; Antonio Sanchiz; Daniel Seguí y Cª; y Antonio Alcaraz, finalmente se
adjudicaron las obras a este último.
En el mes de marzo de
1928 el nuevo Gobernador Civil de la provincia Modesto Jiménez de Bentrosa comunicó a la prensa:
Que ya se había
logrado del ministerio correspondiente la formalización de la subasta para la
construcción del tramo metálico correspondiente al puente de Guardamar del
Segura.
Con esta obra
desaparecerían los peligros del puente de madera, se mejoraría el tráfico y se
evitarían las molestias que se ocasionaban a los viajeros al tener que
descender del vehículo para atravesar el puente. Las obras empezaron
inmediatamente y el tramo metálico que tenía una luz de 25 m, estaba previsto
que se montara antes del mes de septiembre del año 1928.[40]
El puente se estaba
construyendo en los talleres de Alcaraz y Puche, las piezas metálicas estaban
casi ensambladas, como los trabajos estaban muy adelantados se presumía que
para finales de mayo estaría completamente ensamblado y antes del verano podría
estar ubicado y puesto en servicio.
Finalmente el lunes
día 14 de enero de 1929, el nuevo puente de Guardamar que sustituía al viejo y
carcomido puente de madera, que tantos problemas había ocasionado a los viajeros
y al vecindario durante tantos años, se colocó en su sitio sobre la obra de
mampostería que se había levantado al efecto.
Como se puede
apreciar en la foto la operación fue muy compleja y delicada, pues se tuvo que
correr por medio de ruedas y cabestrantes hasta colocarlo en su sitio.
Numerosos habitantes del pueblo de Guardamar estuvieron presenciando la
operación, y cuando se ubicó definitivamente en su sitio, aclamaron a los
obreros y vitorearon a las autoridades, puesto que por fin se había conseguido
el deseo tan anhelado durante tantos años.
En la Sesión Extraordinaria
del Ayuntamiento de Guardamar día 9 de mayo de 1929, el Concejal Francisco
Ródenas Semper afirmó:
Que
en atención a la grande obra que está ya casi realizada, o sea la construcción
del hermoso puente de material de hierro sobre el Río Segura de esta Villa y en
mérito del interés y constancia que ha puesto en ella el Señor Ingeniero de
Caminos D. Vicente Botella, este Ayuntamiento como representante legal del
pueblo, debe patentizar de una manera entusiasta y cariñosa un acto de gratitud
y reconocimiento de tan grande beneficio, al Sr. Botella. Debemos pues en el
acto inaugural de dicho puente acudir el Ayuntamiento en masa a ofrecerle los
respetos y consideración que tan dignamente merece otorgarle un voto de gracias
en nombre de todo el vecindario, por su magnífica obra celebrando un Lunch en
su honor.[41]
El Ayuntamiento en
vista de lo expuesto por el Sr. Ródenas, aceptó con gusto su propuesta y
llegaron al acuerdo de otorgar un voto de gracias al ingeniero Vicente Botella
por el interés demostrado en la obra, ofreciendo un lunch en su honor en el Ayuntamiento.
Las pruebas de
resistencia oficiales se realizaron el día 21 de junio para ello se colocaron
sacos llenos de tierra sobre toda la superficie con un peso fijo de 120.000
kilos, y posteriormente pasó una carga móvil de 36.000 kilos, resultando las
dos pruebas correctas. La robustez del puente se ha demostrado en el trascurso
del tiempo
A pesar de la
lentitud de su montaje a mediados de julio el puente estaba completamente
terminado, la prensa de la provincia se había ocupado del problema del viejo
puente de piedra, su estructura de madera demandaba una pronta sustitución para
dar un mejor servicio a los nuevos vehículos que transitaban por la carretera
de Alicante a Cartagena.
El puente estaba
formado por un sólo tramo metálico de 36 metros de luz. En su construcción se
invirtieron 90.000 kilos de acero; el piso estaba compuesto de losetas de
asfalto comprimido y el coste total del puente ascendía a 160.000 pesetas.
La fecha elegida para
la inauguración oficial del nuevo puente fue el domingo 11 de agosto de 1929.
Se inauguró a las 18:30 h por el Ingeniero Jefe de Obras Públicas de la
provincia D. Enrique Esteve, le acompañaban en este acto. Vicente Botella como
responsable del proyecto y su ayudante Eduardo Gruañ.
También asistieron
las autoridades municipales y eclesiásticas de Guardamar y el inspector
jubilado de Montes D. Francisco Mira Botella, los alcaldes de los pueblos
vecinos de Almoradí, Rojales y Formentera, así como la señora de Botella y la
señorita Angelita Roig, esposa y sobrina respectivamente del ingeniero y
ayudante de la obra.
Se realizó la
ceremonia de bendición del puente, y a continuación a los acordes de la banda
de música municipal, el Ingeniero Jefe de Obras Públicas cortó la cinta con los
colores nacionales que cerraba el paso del puente, todos las autoridades
presentes cruzaron a la otra orilla, seguidos de todo el pueblo que se había
dado cita para la ocasión tan esperada, quedando el puente oficialmente abierto
al tránsito público. Seguidamente invitados por el Sr. Alcalde de Guardamar
todas las personalidades se trasladaron al pueblo, donde asistieron a la
bendición del nuevo mercado y del paseo y plaza que recientemente se habían
remodelado.
Se dirigieron todos
al Casino, donde se había preparado por parte del Ayuntamiento un Lunch a todas las personalidades que
habían asistido a tan importantes actos para la localidad, poniendo el broche
final con breves y elocuentes palabras el Jefe de Obras Públicas D. Enrique
Esteve, congratulándose de que Guardamar hubiera logrado mejoras tan
importantes, y deseando al mismo tiempo que pronto y con parecidos motivos,
pudieran celebrarse nuevos actos, dio un fuerte ¡¡¡Vivaaa Guardamaaaar!!!! que
fue clamorosamente y emotivamente contestado ¡¡¡Vivaaaa!!! repitiéndose otros
vivas al Cuerpo de Caminos y al personal de Obras Públicas.
Y así se puso fin a
un problema “provisional” que había durado unos 80 años, este mismo problema resurgiría
en los años 70 con la industrialización y la afluencia masiva de turistas,
pero… esa es otra historia.
Autor:
José Viudes Amorós.
Licenciado en Historia.
Vocal de l’Institut d’Estudis Guardamarencs.
Colaboración:
Otilia Maciá Amorós.
Responsable del AHMG y C.E.I. “Vicente Ramos”
Bibliografía:
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ALDANA FERNÁNDEZ, S. (2001). Real Academia de Bellas Artes de San
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RODRÍGUEZ GARCÍA, J.-CASTILLA SOTO,
J.(2005) Diccionario de términos de Historia de España. Edad Moderna. Ariel.
[1] Cuando los temporales de levante hacían
imposible embarcar la sal en la Mata se transportaba en carretas hasta la rada
de Santa Pola, donde los bergantines fondeaban protegidos por el cabo.
[2] Moneda de origen catalán, difundida por toda
España en la Guerra de Sucesión. Oficial a partir de 1868.
[3] Moneda de cuenta aragonesa, que se usaba para fijar determinadas
transacciones, 1Libra = 20 Sueldos = 240 Dineros.
[4] Su hijo Vicente fue Maestro Mayor del Reino
de Valencia y revisó las obras del futuro puente de piedra.
[6] Cargo municipal creado en 1766, cuyo cometido era entender en los
asuntos de abastos y encargarse de su administración. Lo elegían los vecinos y
nunca podía recaer en otro cargo del Ayuntamiento, tenia voz y voto en la Junta
de Propios y Arbitrios, y en todo lo relacionado con el abasto del pan.
[7] En una de las clausulas del arrendamiento, se cambió el adorno
diseñado originalmente, por dos nichos para los santos patronos de la Villa.
[8] Capataz, encargado.
[9] Venta de bienes inmuebles en subasta pública.
[10]Sánchez, Gregório, Maestro
Alarife, Vecino de la Villa de Elche, Elegido por la Junta de Guardamar para
reconocer las Obras del Puente. Tenía 51 años. Fue uno de los dos que formaron
el Proyecto de la Obra del Puente, el otro fue Joaquín Irles.
[11]Maestro cantero de Almoradí.
[12]Vicente
Gascó director de las obras reales del Reino de Valencia. Académico de mérito
de la Real de San Fernando y director de la de San Carlos. Socio de la Academia
de Bellas Artes de San Petersburgo.
[13]Bartolomé Ribelles
Dalmau
(Valencia 1713 – 1795), arquitecto, fue el encargado de la dirección de las
obras de la carretera de Valencia a Barcelona. Perteneciente a la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, fue teniente director de la Academia de San Carlos de Valencia. Sus realizaciones se enmarcan
dentro del estilo neoclásico.
[14] Maestro de obras del gremio de albañiles de Valencia, obtuvo el título
el 25 de junio de 1769. Construyó varias obras dirigidas por Vicente Gascó.
[15] El 19 de febrero de 1926 desembarcaron frente a Guardamar los hermanos
Bazán.
[17]
Pedro García nació en 1802, hijo de Vicente García y García mayor terrateniente
de la época. Fallecido el 11.02.1877, casado con Escolástica Galiana, tuvo tres
hijos, uno de ellos, Vicente llegó a ser Alcalde y Antonio Magistrado de la
Audiencia de Murcia.
[18] Primera referencia que tenemos del movimiento de las arenas.
[19] Poblaciones fundadas por el Cardenal Belluga, Dolores, San Fulgencio y
San Felipe Neri.
[20] El ingeniero encargado de la evaluación de los daños y posterior
rehabilitación fue Francisco Morell y Gómez, Arquitecto y Ayudante de Obras
públicas. Trabajó para el Ayuntamiento de Alicante, realizó el
proyecto del monumento a Quijano, fue
además Ayudante del Ingeniero Jefe del ferrocarril Almansa –Alicante.
[21] José María Palareda
[22] Impuesto indirecto establecido 1845, se le conocía vulgarmente como de
“beber, comer y arder”
[23] En un oficio fechado el 16.07.1857, unos vecinos de Alicante y Rojales
pedían al Gobernador que se les eximieran del pago de la derrama
[24] “La correspondencia de España”. Madrid 26 de septiembre.
[25] La década 1850-60, fue quizás la más devastadora en cuanto
inundaciones de la historia, ocurrieron cuatro grandes avenidas, la 1850,1852,
1856 y la de 1860 esta última la más grave.
[26] Era una práctica habitual de nuestra comarca, emigrar a la zona de
Orán.
[27] Carpintero.
[28] “El Eco de la Provincia”, 1881 abril 13. Se publicó un edicto del
Alcalde de Guardamar, anunciando la subasta de varias fincas, con fecha
20-04-1881 a las 10 de la mañana por deudas de la contribución territorial.
[29] Gobernador Civil de la
Provincia, se distinguió por su lucha contra la epidemia del cólera.
[32] Archivo Histórico de Guardamar
[33] Recipientes de madera que se colocaban sobre las caballerías para
regar las plantas
[34] La Correspondencia de Alicante.1897 Septiembre 14.
[35]Archivo Histórico de Guardamar.
[36]Existe una contradicción entre la cantidad que dice la Junta local que
recibió de la Diputación que fue de 450 pts. y la que anuncia el diario el Liberal
de 23 de enero que según la noticia fueron 1.000 pts.
[38] Nombre del Segura dado por los romanos.
[39] El Luchador: diario republicano.1927 agosto 6
[40] Diario de Alicante. 1928 marzo 10.
[41]Recopilación literal de la sesión del
Ayuntamiento de 9 de Mayo de 1929. AHG.
Buenas días, colocando el nombre de Sebastián Garafulla en Google, me ha llevado a su blog. Como dato le diré que fue examinado para el oficio de Arquitecto y cantero en el Ayuntamiento de Lorca, el 1 de enero de 1760, se describe su aspecto físico y dice tener edad de 37 años, siendo natural de Vinaroz y vecino en ese momento de Alicante.
ResponderEliminarSi desea la fotografía del expediente se la puedo facilitar.
Buenas días, colocando el nombre de Sebastián Garafulla en Google, me ha llevado a su blog. Como dato le diré que fue examinado para el oficio de Arquitecto y cantero en el Ayuntamiento de Lorca, el 1 de enero de 1760, se describe su aspecto físico y dice tener edad de 37 años, siendo natural de Vinaroz y vecino en ese momento de Alicante.
ResponderEliminarSi desea la fotografía del expediente se la puedo facilitar.
Hola Silvestre, perdona la tardanza en contestarte pero por motivos personales tengo un poco desatendido el blog. Por supuesto que me encantaría tener la copia del expediente.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
Saludos
Es impresionante el articulo, me ha encantado.
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