Tragedia
Tragedia en 1871: El mar es un elemento geográfico que ha
modelado la forma de ser y la historia de los vecinos de Guardamar.
Él es la base de nuestra idiosincrasia, por el cual nos
trajeron los neolíticos su forma de vida sedentaria; los fenicios la escritura;
nos invadieron los árabes y nos reconquistaron los cristianos. Fuente
imprescindible de nuestra alimentación y atractivo turístico que enriquece la
economía local en la actualidad.
Pero al igual que un Dios pagano, todos los años exige un
tributo de vidas humanas; bien en vecinos que se dedican profesionalmente a la
pesca bien en otras personas que buscan en él su deleite.
Los hechos que voy a relatar ocurrieron en una calurosa tarde
del día 1 de agosto de 1871. Ramona
García Martínez era una niña de 15 años que vivía en la calle San Emigdio,
después de dormir la siesta se marchó a casa de su amiga y vecina María Rosario
Puigcerver Burgos de 17 años, y le propuso ir con las demás amigas de la
pandilla a la playa y tomar un baño para mitigar el fuerte calor del estío.
El mar había estado días anteriores con un fuerte temporal de
levante. Cuando ocurrieron los hechos el levante había cesado pero aún
permanecía las fuertes corrientes que hacían muy peligroso el baño.
La pandilla de muchachas cruzaban las áridas dunas
alegremente, sin sospechar que la “Parca” les estaba acechando y dos de ellas
no volverían vivas a sus casas. Cuando llegaron a la orilla del mar se
descalzaron sus alpargatas de cáñamo y comenzaron a corretear “jugando a
pillar”, sus largas faldas se iban empapando de agua mezclada con arena
convirtiéndose en un fuerte lastre en el caso de que las niñas entraran en el
agua.
Embelesada en el juego, Ramona se introdujo en el mar para
evitar que sus compañeras “la pillaran”, con tan mala fortuna que se introdujo
en un hoyo de la arena producido por un
“canal”. La chica al notar la corriente que le engullía hacía dentro
comenzó a pedir auxilio a sus amiguitas. Su vecina María del Rosario se
abalanzó hacia ella para intentar salvarla pero el resultado fue que la
corriente le arrastró junto a su amiguita.
Las otras niñas comenzaron a pedir auxilio, gritando
desesperadamente. Un Carabinero que estaba en su punto de guardia situado en
una barraca, -ésta estaba construida con cañas en lo alto de la duna de arena-
vigilando, oyó los desgarradores gritos. Salió rápidamente de su interior y vio
los dos cuerpos de las niñas que como
juguetes de las olas se balanceaban a su capricho.
El Carabinero salió corriendo y botó una pequeña embarcación
que estaba varada en la arena. Remando rápidamente se dirigió hasta los cuerpos
de las niñas pero cuando llegó hasta ellas ya eran cadáveres. ¡Su valeroso
esfuerzo fue inútil!
Los vecinos del pueblo quedaron consternados y afligidos por este
suceso.
Esta noticia tuvo eco en la prensa nacional, siendo publicada
por “La Correspondencia de España” -diario universal de noticias-. Madrid,
1871.
José Viudes Amorós. Vocal de l’Institut d’Estudis
Guardamarencs
Una historia como la vida misma.
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