Falsa Paz
Mediante la
mediación del cardenal de Bolonia, se firmó la paz entre los dos reinos el 18
de mayo de 1361 en Calatayud. Comprometiéndose a restituir las plazas y todos
los cautivos de una y otra parte. El castillo de Guardamar fue devuelto a Vidal
de Vilanova, el cual exigió al concejo de Orihuela los gastos de la custodia de
dicho castillo, éste le respondió que ese pago le correspondía al baile o al
procurador general y que ellos sólo contribuirían con armas y personas que
hiciera falta para ese fin.
A pesar de haberse
firmado la paz, era tanto el odio que aún se tenían que seguía los roces entre
unos y otros, para prevenir males mayores se pusieron por la noche vigilantes
en los caminos, poco duró esta paz. Los castellanos, inmediatamente después de
acabar la guerra con los granadinos, aprovechando que el rey de Aragón estaba
más ocupado atendiendo la frontera del Rosellón, evitando la entrada de las
tropas mercenarias que se dedicaban a hacer razias, tras de quedarse sin
trabajo una vez firmada la paz en la guerra de los cien años. El rey castellano
entró por sorpresa en Aragón, conquistando varias plazas que estaban
desprevenidas. Todas las poblaciones de la Vega Baja fueron conquistadas a
excepción de Orihuela que resistió la primera embestida, pero el rey castellano
puso sitio y finalmente después de pasar mucha hambre, donde la población llegó
a alimentarse de ratas, perros, gatos, e incluso de carne de los enemigos
muertos, se rindieron. El rey respeto la vida de la población a excepción de
los más belicosos que a unos los ahogó en el río, a otros los empleó como
blanco para los ballesteros, y algún jefe les dio garrote en la cárcel. No es
de extrañar el apelativo de “cruel” con el que ha pasado a la historia, pero
hay que tener en cuenta que este comportamiento estaba dentro de lo normal en
la época que estamos hablando.
Así mismo, el
infante don Fernando murió asesinado por orden de su hermano Pedro IV de Aragón
en julio de 1363, pasando sus posesiones a la corona real. Como ya hemos
comentado Guardamar pasó a ser una aldea de Orihuela, el Concejo de esta villa ordenó
al año siguiente que fueran los jurados con el escribano a dicha población para
que cogieran en prenda lo que hallaren de valor en sus casas hasta cubrir las
tasas que se le había impuestos y no se pagaba. Los vecinos de Guardamar
pícaramente habían sacado el trigo por mar evitando los portazgos, pontazgos y
derechos de asadura[1].
Se ordenó a los jurados que impusieran la pena que les correspondiere a aquellos
que pillaran realizando dichas prácticas.
También nombraron delegados
de los cargos de la villa de Orihuela, evitando así que los de Guardamar tuvieran
autonomía. Pero como hasta hacía poco fue villa y ahora por sentencia “lloch”, tenía
ciertos privilegios concedidos por los anteriores reyes, pleiteó contra
Orihuela, sobre la contribución que tenía que hacer como aldea de la villa. Se
nombró juez del pleito al gobernador Bernardo Senesterra, el cual concluyó que
Guardamar contribuyese con ciertas limitaciones. Obedeciendo dicha sentencia
Guardamar envió a su síndico Bartolomé Ibáñez, el cual expuso ante el Concejo
que estaban dispuestos a pagar la parte que el juez había impuesto y que le
dijeran donde tenía que depositar el dinero, el Concejo nombró a varios jurados
para que se hicieran cargo del pago de la contribución. Estos pleitos por
interpretar diferentemente las atribuciones de una y otra localidad seguirían
en años venideros.
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