Pergamino 4 y 5
En el pergamino nº 4
viene inserto un contrato de venta de doña Catalina, viuda de Juan Marques a
Francisco Bisbe y a Ferrando de la Oronella, de los derechos de explotación del
azarbe llamado del Consell o de l’Aguella, “o de altre cualsevol nom” que era
muy rico en pesca de la anguila. Este azarbe fue una donación que hizo el
infante don Fernando señor de Guardamar en aquellas fechas, por los servicios prestados
de Juan Marques almotacén de Orihuela durante la guerra de los Pedros. Va
redactando en el contrato, como ella y su marido cuando éste vivía, tenían la
explotación en comúm del azarbe, “per gracia et concessio del dit acarp fon
feta per l’alt senyor infant Don Fernando”. Después de razonar los motivos y
las causas por la que es la única propietaria, como son, la compra de los
derechos que tenía el heredero de su marido Domingo Marques, su hermano y la
muerte de la de la hija de ambos Magdalena, por lo tanto, ella era la única
propietaria de la explotación y la vendía por la cantidad de cincuenta florines
de oro de Aragón, libre de toda carga “aquesta empero venda purament et
absoluta, desembargat de totes cuestions, obligacions et demandes, et ab totes
ses integritats” continua la misiva con una relación de garantías y formulismos
amparados por el Fuero valenciano y las prácticas de la buena fe contractual.
Así mismo con la renuncia de cualquier favor del rey u otra persona poderosa
tanto seglar como eclesiástica que pudieran resolver el contrato. Acabando éste
con el juramento “jurant sobre lo senyal de la Creu et les Sants Quatre
Evangeliis de Deu, davant mi posats et de les mies mans corporaltment tocats et
jurats”.
“Feyta la carta en
Oriola, a vint et quatre dies de decembre, en l’any de la Nativitate de Nostre
Senyor mil trecents huitanta et tres”.
El pergamino nº 5,
es muy interesante por las referencias que hace a los órganos de gobierno
municipal, datado el 7 de julio de 1392 aparecen los nombres de los 34“omes
buenos” que formaban el consejo de la población. Alfonso Galve era el justicia de
Guardamar por delegación de Andreu Miró síndico de Orihuela, los jurados eran Jacme Carbonell y García de Sesa, los vecinos asistentes
fueron: “Francesch Bisbe, Jacme Esteve, Pere Velez, Berenguer Serc, Ferrando
Oronella, Rodrigo Martinez, Pere Melendez, Domingo Peret, Guerau Oliver, Ginés
Meseguer, Johan Magastre, Johan de Cadalso, Miquel Dalmau, Ramiro Pont, Nernat
Daygues, Johan de Castiello, Arnau Bonet, Domingo Lorent, Pere Cubells, Miquel
Peret, Pere Sánchez, Miquel Valls, Ferrando Valls, Alfonso Caro, Pere Ferrández,
Martín Peret, Jacme Ivanyes y Johan de Josa, vehins et habitadors del dit loch
de Guardamar” Fueron convocados en la iglesia de San Jaime por Rodrigo García
“corredor public deldit loch ab so de naffil o trompeta en la acclesia de
Senyor Sent Jacme del dit loch, hon es acostumat en lo dit loch juscar, et
appellar et tenir consell”. En la iglesia se reunían los tres estamentos “la ma
major, mijana et menor” para realizar la asamblea y nombrar al nuevo síndico de
Guardamar Bernat Mazqueffa, después de ser asesorados en todos los derechos y
privilegios de los vecinos por el letrado Gondisalvi Gonçalvez Dezbordellat,
“(…) sens revocació empero de altres procuradors nostres ara de nou fem,
constituhim, creem ,elegim, et ordenam sindich … En Bernat Mazqueffa, vehin del
dit loch, present.”
En este mismo pergamino
viene redactado un contrato de censales entre el “consell” y María, vecina de
Elche “Eltg” mujer de “Pero Ferrández de Mesa”, por un préstamo de 220 sueldos
reales de Valencia, para construir un puente en el río Segura. El texto está
lleno de formulismos jurídicos y garantías de la época, invocando incluso al
divino Adriano, se dan como garantía de pago todos los bienes de los vecinos e
incluso la dote de las mujeres[1].
A lo largo de nuestra
historia el puente sobre el río ha sido el mayor problema de los vecinos de
Guardamar, nuestro término está dividido en dos mitades por el Segura, con él
tenemos una relación de amor y odio, pues si gracias a sus aguas tenemos una
hermosa huerta que nos da inmejorables hortalizas, también con sus avenidas nos
dejaba en la ruina. Y qué decir de su arena, si bien nos ha dado hermosas y
extensas playas también estuvimos a finales del siglo XIX a punto de desaparecer
sepultados por ella. El puente ha sido un continuo dolor de muelas para la
economía local, cíclicamente venía una gran avenida de agua que lo destruía, y…
otra vez a volver a empezar.
Por desgracia se han
extraviado muchos documentos que había en los archivos, debido a catástrofes
naturales (terremotos y lluvias), traslado de ayuntamiento, o deteriorados por
mal almacenamiento. Actualmente hay almacenado en el AHG un expediente abierto
el 22 de junio de 1819, sobre oficios y derechos enajenados por la corona. Por
la descripción que se realiza, sabemos que antes del terremoto de 1829 aún se guardaba
gran cantidad de legajos, a pesar del temporal de finales del siglo XVIII que
derribó la casa consistorial y el terremoto de 1823 que dañó el horno y varias
casas; “se abrió el arcón de tres llaves
donde estaban guardados los documentos. Lo abrieron León Blasco
Claramunt, alcalde; Manuel Hernández Palomar, regidor decano; y el escribano
Florencio Aracil. En él se encontraron gran cantidad de legajos, alguno de
ellos muy deteriorados, que contenían diferentes privilegios concedidos por los
reyes, estaban escritos en latín, valenciano y castellano[2]”.
En el legajo nº 17 contenía el título de villa real concedida a Guardamar en
1692 por el rey Carlos II.
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