Toma de Guardamar

Muy poco duró la tregua, el rey castellano acuso al aragonés de haber entrado en sus tierras, mientras éste le dijo que él había asesinado a su hermano el infante Juan y a su primo el maestre de la Orden de Santiago. Pedro I, armó una potente flota en Sevilla, buscó la alianza con el rey de Granada que le ayudó con 500 caballos, además se alió con los genoveses prometiéndoles la plaza de Guardamar. Hay que tener en cuenta que en Castilla la nobleza se dividía en facciones, intentaba tomar el poder para adquirir privilegios, pero respetando a la monarquía. Al contrario, las ciudades por medio de sus concejos compuestos por “omes buenos” intentaban limitar el poder del monarca mediante pactos. En la corona de Aragón, cada reino que la componía conservó sus características. Sus reyes se vieron en la necesidad de realizar pactos políticos con los nobles y con los concejos de las ciudades, obligados a jurar el Privilegio General antes de ser reconocidos como reyes, e incluso tenían que acatar las sentencia del Justicia, los privilegios estamentales se pudieron defender mediante las Cortes.
El castillo de Guardamar era la llave de entrada al valle del Segura, además de ser el puerto fluvial más importante del sur del reino de Aragón, desde donde se exportaba la sal y el esparto a los diferentes puntos de Europa. Los genoveses no dudaban de aliarse con Castilla con el fin de conseguir el monopolio de este producto tan codiciado desde la antigüedad. Cuando desde Orihuela llegaron noticias de que los castellanos se disponían a asediar la fortaleza, el alcaide dispuso la defensa de la villa, con hombres de caballería y a pie, doblando las rondas por los diferentes tramos y torres de la muralla. Reparó y reforzó los puntos débiles del lienzo; mandó que todos los vecinos de la huerta entraran en la villa para ayudar en la defensa y multó al que no hiciera caso de sus órdenes.
Una soleada mañana del día 17 de agosto de 1358, la flota compuesta por doce galeras castellanas más seis genovesas al servicio de Pedro I, se avistaron en el horizonte, se acercaron a la playa desembarcando el rey con sus tropas. Después de un día de combate las tropas castellanas lograron abrir un boquete en la muralla entrando a la villa. La gente se retiró al castillo que estaba defendido por el valeroso alcaide Bernardo de Cruyllas, cuando la batalla se estaba poniendo muy complicada para los defensores, se levantó un fuerte viento de levante que varó 16 galeras en la arena dejándolas inutilizadas, salvo dos que se encontraban en alta mar, que fueron al puerto de Cartagena a refugiarse. El rey al ver el desastre levantó el sitio, mandó quemar la villa y las galeras que estaban varadas en la arena, y se dirigió a pie con sus tropas hacía Murcia[1]. Dese allí hostigaron toda la Vega Baja, con correrías por toda la huerta llegando hasta las murallas de Guardamar, robando ganado y cogiendo prisioneros para pedir rescate.
Antes de atacar Guardamar los genoveses persuadieron a Pedro I para que atacara la torre que defiende las salinas, aunque se había reforzado su guarnición con diez arqueros, los castellanos no tuvieron ningún problema para tomarla y prenderle fuego.   




[1] Jerónimo Zurita, Anales de la Corona de Aragón, pp. 289-290.

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